lunes, 24 de octubre de 2016

¿Cómo se desarrolla la leucemia?
Los médicos y científicos aún no conocen las causas de la mayoría de casos de leucemia, pero saben que cuando una célula de la médula sufre alguna alteración leucémica, las células de la leucemia empiezan a multiplicarse más que las células normales. Con el paso del tiempo, las células de la leucemia superan la cantidad de las células normales e impiden su desarrollo. (American Cancer Society, 2015)
La progresión de la leucemia y la manera en que las células normales de la sangre y de la médula son reemplazadas varía de acuerdo a cada tipo de leucemia (American Cancer Society, 2015)

2.3 Síntomas de la leucemia
Ø  Síntomas causados por bajos recuentos de glóbulos rojos (anemia): Los glóbulos rojos llevan oxígeno a todas las células del cuerpo. Una disminución de glóbulos rojos puede causar:
v  Cansancio (fatiga)
v  Debilidad
v  Sensación de frío
v  Mareo o aturdimiento
v  Dolores de cabeza
v  Dificultad para respirar
v  Piel pálida
(American Cancer Society, 2015)

Ø  Síntomas causados por bajos recuentos de glóbulos blancos:
Las infecciones pueden ocurrir debido a una escasez de glóbulos blancos normales. Los niños con leucemia pueden contraer infecciones que no parecen desaparecer o pueden contraer una infección después de otra. Aunque las personas con leucemia a menudo pueden tener un recuento alto de glóbulos blancos debido a que tienen muchas células leucémicas, estas células no protegen contra las infecciones de la manera en que lo hacen los glóbulos blancos normales. (NHI, 2013)
La fiebre es a menudo el principal signo de infección. Sin embargo, algunos niños pueden presentar fiebre sin tener una infección. (Walter 2015)
Síntomas causados por bajos recuentos de plaquetas: las plaquetas en la sangre normalmente ayudan a detener el sangrado. Un número disminuido de plaquetas puede causar:
v  Tendencia a presentar fácilmente moretones y sangrados
v  Sangrado nasal frecuente o severo
v  Sangrado de las encías
(American Cancer Society, 2015)

Dolor de huesos o de articulaciones: Este dolor es causado por la acumulación de células leucémicas cerca de la superficie del hueso o dentro de la articulación. (ACS, 2015)

Inflamación del abdomen: Las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto podría notarse como llenura o inflamación del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados a menudo el médico los puede palpar. (ACS, 2015)

Pérdida de apetito y de peso: Si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede ocasionar que el niño se sienta lleno después de comer solo una pequeña cantidad de alimentos, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo. (ACS, 2015)

Ganglios linfáticos inflamados: Algunas leucemias se propagan a los ganglios linfáticos. Se pueden observar o sentir ganglios agrandados como masas debajo de la piel en ciertas áreas del cuerpo (tal como a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir inflamación de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero ésta sólo puede observarse mediante estudios por imágenes, como CT o MRI.
En los infantes y los niños, los ganglios linfáticos a menudo se agrandan cuando combaten una infección. Un ganglio linfático agrandado en un niño con mucha más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso. (ACS, 2015)

Tos o dificultad para respirar: Algunos tipos de leucemia pueden afectar a las estructuras en el centro del pecho, tales como los ganglios linfáticos o el timo (un órgano pequeño ubicado frente a la tráquea, el conducto de respiración que conduce a los riñones). El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el pecho puede presionar la tráquea, causando tos o dificultad para respirar. En algunos casos en que el recuento de glóbulos blancos es muy alto, las células de la leucemia pueden acumularse en los pequeños vasos sanguíneos de los pulmones, lo que también puede causar dificultad para respirar. (ACS, 2015)

Hinchazón en la cara y los brazos: La vena cava superior (superior vena cava, SVC), una vena grande que transporta sangre desde la cabeza y los brazos de regreso al corazón, pasa cerca del timo. Un timo agrandado puede presionar la SVC causando que la sangre “retroceda” en las venas. A esto se le llama síndrome de la SVC, y puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Este síndrome puede ser potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato. (ACS, 2015)

Dolores de cabeza, convulsiones y vómito: Unos pocos niños tienen leucemia que ya se ha propagado al cerebro y la médula espinal cuando reciben el diagnóstico. Esto puede dar lugar a síntomas tales como dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa. (ACS, 2015)

Erupciones en la piel, problemas en las encías: En los niños con leucemia mieloide aguda (AML), las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando inflamación, dolor y sangrado. Si se propagan a la piel, puede dar origen a pequeños puntos de color oscuro que pueden parecer una erupción común. Una acumulación de las células de la AML debajo de la piel o en otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico. (ACS, 2015)

Cansancio extremo y debilidad: Una consecuencia poco común, pero muy grave de la AML es el cansancio extremo, la debilidad y dificultad en el habla. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas causa que la sangre se vuelva demasiado espesa y se haga más lenta la circulación a través de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro. (ACS, 2015)
Dificultades emocionales. Sin importar la edad que tenga un niño durante el tratamiento, pueden ocurrir efectos emocionales posiblemente prolongados tales como ansiedad, depresión y temor a la recurrencia. Con frecuencia, muchos supervivientes del cáncer infantil evitan a los médicos y los entornos de atención médica, que pueden ser dañinos para su salud cuando sean adultos. (ACS, 2015)

Cáncer secundario. Los supervivientes del cáncer infantil tienen un riesgo ligeramente más elevado de desarrollar un cáncer secundario, un tipo de cáncer diferente que aparece después del diagnóstico del cáncer original. Algunas veces, esto se denomina segundo cáncer. Por ejemplo, los niños y los adolescentes tratados por linfoma de Hodgkin tienen un riesgo más alto de desarrollar un cáncer secundario, incluso cáncer de mama y de tiroides.
Las causas con frecuencia incluyen la radioterapia y la quimioterapia, especialmente los fármacos ciclofosfamida (Neosar), ifosfamida (Ifex), etopósido (Toposar, VePesid), daunorrubicina (Cerubidine) y doxorrubicina (Adriamycin). (ACS, 2015)
Problemas reproductivos y de desarrollo sexual. Tanto los niños como las niñas están en riesgo de presentar estos problemas.
·         En los niños, la radioterapia en el cerebro, los testículos o el abdomen puede causar infertilidad (incapacidad para engendrar un hijo), al igual que la quimioterapia con agentes alquilantes como la ciclofosfamida y la ifosfamida. Estos tratamientos también pueden alterar los niveles de testosterona (una hormona masculina), lo cual puede afectar la pubertad y la función sexual.
·         En las niñas, especialmente aquellas que comenzaron a menstruar, la quimioterapia y la radioterapia en el abdomen, la pelvis, la parte baja de la columna o la cabeza pueden afectar los ovarios, lo cual puede causar infertilidad (incapacidad para concebir o mantener un embarazo), menstruaciones irregulares y menopausia prematura. Obtenga más información sobre fertilidad y tratamiento contra el cáncer 
·         Tanto para los niños como para las niñas, la radioterapia en la cabeza puede afectar diversas glándulas que regulan los niveles de hormonas masculinas y femeninas, lo cual podría afectar la fertilidad. (Walter, 2012)

Problemas de crecimiento, desarrollo y hormonales. Los tratamientos contra el cáncer pueden afectar el sistema endocrino, un grupo de glándulas productoras de hormonas que controlan las funciones del organismo, como el crecimiento, la energía y la pubertad. (Walter, 2012)
Problemas de memoria y aprendizaje. Cualquier niño tratado por cáncer tiene un mayor riesgo de tener dificultades de aprendizaje (especialmente si deben ausentarse de la escuela), problemas de aprendizaje y problemas de memoria. Es posible que los supervivientes del cáncer infantil deban ser evaluados después del tratamiento si tienen problemas en la escuela o el trabajo. (Walter, 2012)
Problemas cardíacos. Los fármacos denominados antraciclinas, incluidas la doxorrubicina, la daunorrubicina y la idarrubicina (Idamycin) pueden causar problemas cardíacos, por ejemplo, latidos anormales, enfermedad del músculo cardíaco e insuficiencia cardíaca congestiva. Además, la radioterapia en el pecho, la columna o la parte superior del abdomen y el trasplante de médula ósea/células madre pueden aumentar el riesgo de efectos cardíacos tardíos. (Walter, 2012)

Las mujeres y los niños más pequeños tienen un mayor riesgo de presentar efectos tardíos relacionados con el corazón. Los supervivientes del cáncer infantil deben consultar a su médico una vez al año para someterse a atención de seguimiento, puesto que, generalmente, las enfermedades del corazón no presentan síntomas. Aproximadamente dos años después de finalizado el tratamiento, se debe realizar un electrocardiograma (electrocardiogram, ECG o EKG; en inglés) y un ecocardiograma o una ventriculografía radioisotópica (multigated acquisition, MUGA; en inglés), exámenes no invasivos que controlan el funcionamiento del corazón. El Children's Oncology Group ofrece pautas clínicas sobre la frecuencia con la que un paciente debe seguir realizándose estos exámenes. (Walter, 2012)

Problemas pulmonares y respiratorios. Ciertos tipos de quimioterapia, incluida la bleomicina (Blenoxane), la carmustina (BiCNU) y la lomustina (CeeNU), pueden causar daño pulmonar. La radiación en el pecho y las cirugías en el pecho o los pulmones también pueden provocar problemas pulmonares. Los niños que tenían más corta edad en el momento del tratamiento tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas pulmonares y respiratorios. Los supervivientes del cáncer infantil deberían realizarse pruebas de la función pulmonar al menos dos años después de finalizado el tratamiento. Hable con su médico sobre la frecuencia con la que se deben repetir estos exámenes. (Walter, 2012)

Problemas dentales. La radioterapia en la boca, la cabeza o el cuello puede causar problemas como xerostomía (sequedad en la boca) y caries. La quimioterapia, en especial cuando se la administra a un niño cuyos dientes permanentes no se formaron, puede provocar problemas de desarrollo dental. Los supervivientes del cáncer infantil deben consultar al dentista cada seis meses para realizarse controles e informarle al profesional sobre el tratamiento que recibieron para la enfermedad. Hable con el dentista de su hijo antes y después del tratamiento para recibir orientación sobre cómo reducir estos posibles efectos tardíos. (Walter, 2012)

Sistema digestivo. Las cirugías abdominales o pélvicas y la radioterapia en el cuello, el pecho, el abdomen o la pelvis pueden afectar el sistema gastrointestinal, que colabora en la digestión y la absorción de los alimentos. Los supervivientes del cáncer infantil deben consultar a su médico si tienen dolor abdominal, estreñimiento crónico (a largo plazo), diarrea, acidez estomacal o náuseas y vómitos. (Walter, 2012)

Problemas auditivos. La radioterapia en la cabeza o el cuello puede causar la pérdida de la audición. Algunos tipos de quimioterapia, como el cisplatino (Platinol) o el carboplatino (Paraplatin), también pueden afectar la audición. Los niños más pequeños tienen un riesgo mayor de presentar estos problemas. Todos los supervivientes del cáncer infantil deben someterse a pruebas de la audición al menos una vez realizadas por un audiólogo (un profesional médico que identifica, trata y controla los problemas de audición) después de completar el tratamiento. Si hay pérdida de la audición, el superviviente debe someterse a pruebas todos los años o según lo recomiende su médico. (Walter, 2012)

Problemas visuales y oculares. Las dosis altas de radiación en los ojos, las órbitas o el cerebro pueden causar problemas en los ojos, por ejemplo, cataratas (la opacificación del cristalino). El tratamiento con yodo radioactivo para el cáncer de tiroides puede incrementar el lagrimeo, y los trasplantes de médula ósea/células madre aumentan el riesgo de sequedad en los ojos. Un oftalmólogo (un médico especializado en enfermedades oculares) debe evaluar a los supervivientes del cáncer infantil. (Walter, 2012)

2.4 Tipos de leucemia
LEUCEMIAS AGUDAS: Según Walter, las leucemias agudas constituyen las neoplasias más frecuentes en los niños (30%). Predominan ligeramente los varones (60%). En la infancia su incidencia es máxima entre los dos y los cinco años, edad a partir de la cual disminuye, para volver a aumentar de forma progresiva después de los treinta años. No parece haber diferencia entre la raza o las distintas clases sociales. Estas se clasifican en dos tipos, las linfoblásticas y las mieloblásticas. (Walter 2012)
LINFOBLÁSTICAS: Afectan a los precursores de la serie linfoide (linfocitos). Los síntomas más frecuentes son el cansancio extremo inexplicable y la pérdida de peso y apetito. La mitad de los pacientes presentan fiebre, casi siempre debido a una infección. Así mismo, la mitad de los pacientes sufren hemorragias de la piel y las mucosas, y un tercio presentan dolores articulares, que es lo más común en los niños. Las células malignas pueden producir la infiltración de cualquier órgano, pero con mayor frecuencia se afectan el hígado, el bazo y sobre todo los ganglios linfáticos. En los niños en pronóstico es bueno, puesto que se consigue un 70% de supervivencia a largo plazo, e incluso, con los tratamientos actuales se obtienen curaciones. Alrededor de tres cuartos de leucemias en niños son de este tipo (Leucemia linfocita aguda). Para encontrar y diagnosticar la LLA infantil se utilizan métodos como un examen físico y antecedentes en el cual se verifican los signos generales de salud, como la revisión de signos de enfermedad, masas o cualquier otra cosa que parezca anormal. Se toman también los antecedentes médicos de las enfermedades y los tratamientos previos del paciente. También puede realizarse un recuento sanguíneo completo don diferencial que es un procedimiento mediante el cual se toma una muestra de sangre y se analiza la cantidad de glóbulos rojos y plaquetas, la cantidad y el tipo de glóbulos blancos, la cantidad de hemoglobina (la proteína que transporta el oxígeno) en los glóbulos rojos y la parte de la muestra compuesta por glóbulos rojos. En este procedimiento se extrae sangre introduciendo una aguja en una vena permitiendo que la sangre fluya hacia un tubo. Otra forma de detectarlo es mediante estudios químicos de la sangre haciendo un procedimiento en el cual se examina una muestra para medir las cantidades de ciertas sustancias que ciertos órganos y tejidos del cuerpo liberan. Luego encontramos la biopsia y la aspiración de la médula ósea, como el nombre lo dice, se extrae la médula ósea y un trozo pequeño de hueso introduciendo una aguja en la cadera o el esternón, después, un patólogo observa las muestras de médula ósea y hueso al microscopio para observar  si hay signos de cáncer. Después, encontramos en análisis citogenética el cual es una prueba de laboratorio en la que se observan las células de una muestra de sangre o médula ósea al microscopio para verificar si hay ciertos cambios en los cromosomas de los linfocitos. Otro método es la punción lumbar  que es un procedimiento que se usa para extraer una muestra de líquido cefalorraquídeo de la columna espinal; como estos existen más métodos para diagnosticar esta enfermedad, sin embargo, ciertos factores afectan el pronóstico y las opciones de tratamiento según el instituto nacional del cáncer como son la edad en el momento del diagnóstico, si las células leucémicas se originaron en linfocitos B o en linfocitos T, si el niño tiene síndrome de Down, si las células leucémicas se en encuentran en el líquido cefalorraquídeo, cuán rápido y cuánto disminuye la concentración de las células leucémicas después del tratamiento inicial, entre otras. (American Cancer Society, 2014)
El tratamiento de la LLA se determina teniendo en cuenta la edad, el estado general del niño y los factores de riesgo, este consta de 4 fases: inducción a la remisión, consolidación/ intensificación, reducciones y mantenimiento.

En la fase de la inducción a la remisión se da una quimioterapia intensiva, el suministro de diferentes agentes antineoplásicos por vía intravenosa con el objeto de lograr que desaparezcan las células leucémicas de la sangre y de la médula ósea permitiendo la producción normal de las otras células sanguíneas. Luego se efectúa un tratamiento de consolidación/ intensificación en el cual se emplean agentes terapéuticos con el fin de reducir la enfermedad residual. En seguida sigue la dase de reducción en el cual se administra de 1 a 3 ciclos de quimioterapia más suaves, su finalidad es negativizar por completo la enfermedad mínima residual. Por último encontramos el mantenimiento que consiste en la administración diaria por vía oral de un agente y otro semanal por vía intramuscular. Solo si es de alto riesgo se utiliza el trasplanté de progenitores hematopoyéticos (médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical) (American Cancer Society, 2014)
MIELOBLÁSTICAS: Afectan a los precursores de las células no pertenecientes a la serie linfoide  (mielocitos, monocitos, eritrocitos, megacariocitos). La mayoría de los infantes refieren como manifestación clínica inicial la afectación del estado general. Otros signos y síntomas frecuentes son fiebre, sudores nocturnos, respiración corta, debilidad, sangrar, petequias, dolor en los huesos, cutis leucémico azulado o morado e inflamación general entre otras. Para su detección se puede realizar un examen físico y una revisión de los antecedentes, recuento sanguíneo completo con diferencial, frotis de sangre periférica que es un procedimiento por el cual se analiza una muestra de sangre para determinar la presencia de blastocitos, el número y clase de glóbulos blancos, la cantidad de plaquetas y los cambios en la forma de las células sanguíneas. Se pueden realizar estudios químicos en la sangre, radiografía del tórax, biopsia, análisis citogenético, inmunofenotipicación, diagnóstico molecular o punción lumbar. Según la fundación Josep Carreras especializada en casos de leucemia aproximadamente el 20% de leucemias  infantiles son de origen mieloide. En la LMA los mieloblastos proliferan de forma anormal invadiendo progresivamente la médula ósea interfiriendo la producción de células normales de la sangre, lo que origina insuficiencia medular e infiltra tejidos extramedulares. Su incidencia es más elevada en pacientes con síndrome de Down o la Anemia de Fanconi. (Walter, 2012)
Para este tipo de leucemia existen dos fases de tratamiento: de inducción a la remisión y consolidación, en la primera fase se realiza una quimioterapia intensiva en la cual se suministran medicamentos por vía intravenosa con el fin de que las células leucémicas desaparezcan de la sangre y la médula ósea; después se realiza la consolidación que es la extirpación de las células leucémicas residuales, en esta fase existen cuatro alternativas, la quimioterapia de consolidación, la quimioterapia de consolidación seguida de trasplante otólogo, quimioterapia de consolidación seguida de trasplante alergénico y tratamiento de mantenimiento similar al de la LLA. (Walter, 2012)
LEUCEMIAS CRÓNICAS: Estas pueden ser de dos tipos: Linfática y mieloide.
LINFÁTICA: Afecta a los linfocitos pequeños de la sangre, que se acumulan en grandes cantidades en la médula ósea, la sangre, los ganglios linfáticos y el bazo. Se presenta muy rara vez en niños, sus síntomas son debilidad, sensación de cansancio, pérdida de peso, fiebre, sudores nocturnos, ganglios linfáticos agrandados, dolor o una sensación de “llenura” en el estómago. Se puede decidir sobre su tratamiento entre una quimioterapia en el cual se usan medicamentes que son suministrados por vía oral intravenoso  o intramuscular los principales son los análogos de purina, los agentes alquilantes y los cortico esteroides. Otra alternativa de tratamiento son los anticuerpos monoclonales para la leucemia linfocítica crónica, estos son versiones sintéticas de las proteínas del sistema inmune que están diseñados para atacar un objetivo, estos medicamentos pueden  ayudar a su sistema inmunológico a reaccionar y destruir las células cancerosas, algunos de estos medicamentos son Rituximab, obinutuzumab y ofatumumad. También cuentan con la terapia dirigida, el cuidado de apoyo y el trasplante de células madre. (Suárez, 2011)
MIELOIDE: Se produce una proliferación de granulocitos en la médula ósea. La sangre periférica, los ganglios linfáticos y el bazo. En casi todos los casos hay una anomalía en un cromosoma (el cromosoma Filadelfia). Presenta una fase inicial en la cual la leucemia se controla fácilmente mediante el tratamiento, y una fase final con manifestaciones similares a las de las leucemias agudas, pero con peor pronóstico. La causa de esta enfermedad se desconoce, pero se ha relacionado con la exposición a radiaciones ionizantes y a ciertos agentes químicos como el benceno. Durante los meses previos al diagnóstico, el paciente presenta síntomas inespecíficos, como astenia (cansancio), anorexia, pérdida de peso y sudoración nocturna. En casos de esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo) pueden aparecer dolores abdominales. La supervivencia media es de unos cuatro años aunque es la menos frecuente en los niños. (Suárez, 2012)


LEUCEMIA MIELOMONOCITICA JUVENIL: Según Walter, este es un tipo sumamente infrecuente de cáncer infantil que suele afectar a los niños menores de 2 años, aquí se da una proliferación excesiva de mielocitos  y monocitos a partir de un tipo de célula inmadura denominada blasto. Estos mielocitos, monocitos y blastos sobrepasan a las células normales en la medula ósea y otros órganos, provocando los síntomas de esta enfermedad. Sus causas son desconocidas pero existen ciertas afecciones médicas como la neurofribomatosis tipo 1 y el síndrome de Noonan que hacen a los niños más propensos a sufrir esta enfermedad. (Walter, 2012)
Según el Instituto Nacional del Cáncer (National Cancer Institute, 2012), la leucemia es un tipo de cáncer que se desarrolla en la sangre y la médula ósea, que es el centro esponjoso del interior de los huesos donde se producen las células sanguíneas. Éstas son las células madre que dan origen a los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas. Los glóbulos rojos llevan oxígeno a todo el cuerpo, los glóbulos blancos combaten infecciones y las plaquetas forman tapones que detienen el sangrado en caso de una herida o lesión.